Ya
no sé qué piensas, qué estás pensando. Te perdí la pista y te dejé las llaves
puestas y tú entras y no haces ruido y te vas y vienes y olvidas todo aquello.
Lo malo no es que pretenda que vuelvas, lo malo es que pienso que durante este tiempo ha habido días en los que te he perdido, en los que no has querido empujar la puerta por temor a lo que pudiera haber dentro; y todo por empeñar el reloj en equivocarme. Lamento que huyamos el uno del otro, de toda miga de pan en un mismo círculo porque al fin y al cabo siempre acabamos chocando en el mismo tramo casi “sin querer”.
Lo malo no es que pretenda que vuelvas, lo malo es que pienso que durante este tiempo ha habido días en los que te he perdido, en los que no has querido empujar la puerta por temor a lo que pudiera haber dentro; y todo por empeñar el reloj en equivocarme. Lamento que huyamos el uno del otro, de toda miga de pan en un mismo círculo porque al fin y al cabo siempre acabamos chocando en el mismo tramo casi “sin querer”.
No dejes de mirarme a los ojos y
admite que no soy (ya) de tu santa devoción, pero no me niegues, eso no.